domingo, 29 de agosto de 2010

Incluso en estos tiempos, en los que soy feliz de otra manera, todos los días tienen ese instante en que me jugaría la primavera por tenerte delante..

"Incluso en estos tiempos
de volver a reír con los amigos,
todos los días tienen ese rato
en el que respirar es un ingrato
deber para conmigo.
Y se iría el dolor mucho más lejos
si no estuvieras dentro de mi alma,
si no te parecieras al fantasma
que vive en los espejos.

Incluso en estos tiempos
triviales como un baile de disfraces,
todos los días tienen unas horas
para gritar al filo de la aurora,
la falta que me haces.

Incluso en estos tiempos
de aprender a vivir sin esperarte,
todos los días tengo recaídas
y aunque quiera olvidar no se me olvida
que no puedo olvidarte."

(Joaquín Sabina, "Incluso en estos tiempos").

“¿Y ahora, qué?”, sigue repitiéndoseme esa frase (que lleva por título aquella canción de Conchita) una y otra vez que no me quedó nada de ti más que un triste recuerdo, una gran sensación de vacío y canciones que sólo me saben a melancolía donde la propia palabra “esperanza” escuece… incluso en estos tiempos en que parece que nos son los días en que dejé de darme cuenta que el mundo seguía girando a mi alrededor hace demasiados meses las cosas mantienen un color triste, decaído, el mercurio intenta escaparse de los termómetros mientras la gente encuentra poesía en letras de Estopa que llevan cantando sin darse cuenta desde hace diez años… yo me quedaba hace bastante con una frase que me invitaba a levantarme después de cada caída y es “que si me paras los pies, me salen alas”. Tal vez no pueda encontrarse mucha poesía en esa frase, pero una buena letra acompañada de una música que te anime puede alegrarte un poco la cara en un momento triste… al menos conmigo siempre funcionó.

Incluso en estos tiempos… hoy me di cuenta una vez más de todo el tiempo que ha pasado y sigue pasando ante mis ojos que, a pesar que vuelvo a reír con los amigos (porque ahora los veo) han pasado meses y meses de todo lo que estoy contando. Ayer mismo me preguntaban cómo era posible acordarme de tantas cosas, en aquel tiempo no suponía ningún problema, al contrario, era algo de lo que sentirse orgulloso el conservar cada recuerdo por simple que fuera como el mayor de los tesoros para luego recordártelos con toda la ilusión del mundo mientras tú no te acordabas de nada, aunque eso no importaba pues para mí no dejaban de ser algo valioso. El problema es que con el tiempo fueron devaluándose, quizás algunos cayeron en el olvido pero otros siguieron asomando para recordarme dónde me hallo ahora, todo lo que he conseguido o, posiblemente pueda decir, lo que he terminado perdiendo por darlo todo por un sueño. Llegué a pensar en estos días en el amor como un lastre, como algo que nos convierte demasiado vulnerables a las personas que sentimos y podemos llegar a sentir algo grande por otra persona con el corazón sin que haga falta que ella haga nada por ti. A veces no hace falta para descubrir que es esa persona con la que llevamos soñando toda la vida y, cuando por fin la ves, piensas que es ella y sólo piensas en cómo hacer todo lo posible para que sea feliz, intentas acercarte, intentas hacerte amigo suyo… yo llegué a creer todo eso de que era una de las mejores cosas que te habían pasado en la vida, que era, si no el mejor, uno de tus mejores amigos, llegué a creer ciegamente en cada una de tus palabras aunque a veces me doliera, aunque pudieran hacerme soñar y poco después despertarme dándome contra el sueño… todavía duele recordar cómo podía pasar de un estúpido éxtasis de felicidad a sentirme totalmente abatido, pero volver a levantarme y luchar por ese sueño que era el que me hacía levantarme cada mañana. Incluso en estos días, meses después de todo esto, sigue quemándome esa sensación de abatimiento, de darlo todo por nada, de intentar hacer feliz a alguien que sólo te devuelve espinas en ninguna rosa.


Nos situamos en el pasado mes de diciembre, el día 3 salí de clase y me habían estado llamando al mediodía mis compañeros de piso y algunos amigos para tomar algo, cuando los vi decidimos ir a un bar que no quedaba muy lejos pero, tras un rato andando, sentí una extraña sensación por todo el cuerpo, más miedo que otra cosa, miedo de verte, de cruzarme contigo y que sucediera lo que sucedió. Tú ibas con algunas amigas y yo también, cuando nos encontramos todos a la misma altura nos paramos un momento para saludar pero ni siquiera me miraste, miré varias veces sin que lo hicieras y se me hizo el tiempo larguísimo antes de desear irme corriendo a casa, pero finalmente cada uno siguió su camino.

Llegó el fin de semana y el sábado día 5 te vi en el msn y te pregunté algo que no dejaba de repetirse en mi cabeza desde hacía dos días… “cuando decías eso de ‘por la calle, lo mínimo’ ¿era a eso a lo que te referías?”. Me sentí una vez más un estúpido, el mayor de los idiotas, pero tenía que preguntarlo y tu respuesta sólo fue que fui yo quien pasé de ti y que tú no ibas a estar siempre detrás de mí para hablarme. Me pareció muy curiosa la forma en que lo describiste cuando me dijiste que cuando me veías notabas que yo ponía una cara siempre de cómo si me sorprendiera verte y que me comportaba como si fuera una estatua. La respuesta a eso es bastante lógica, aunque no te la di en ese momento por lo evidente que me parecía, todavía puedo recordar cómo temblaba cuando te veía a lo lejos, siempre quise ver mi cara en ese momento, cómo se iluminarían mis ojos, como me pondría nervioso y no sabría dónde mirar para que quienes fueran conmigo no me notaran todo lo que me estaba pasando. Finalmente me dijiste que ibas a hacer eso siempre porque no estabas dispuesta a hablarle a una estatua… y como una estatua me quedé en ese momento, la verdad es que no supe qué responderte y me despedí. Después de estar un rato en mi habitación pensando una y otra vez en todo eso sólo pude decirte una cosa en un sms que te mandé al poco rato: “si te vieras con mis ojos entenderías por qué parezco una estatua o como si me sorprendiera tanto cada vez que te veo”.

No me respondiste, según tú, porque no sabías qué ponerme. Yo sólo te respondí entonces (ya hablando el domingo 6 por la noche en el msn) que no era un mensaje para que me respondieras. Esa noche nos quedamos hablando hasta algo tarde a pesar de que al día siguiente quedé temprano para ir de viaje con unos amigos a los que apenas veía. Me preguntas de repente medio de broma que si fui el otro día a ver una película con una amiga al cine y, cuando te digo que sí, te pones a hacer comentarios tontos que sabes que no me gustan, sobre todo, porque es de ti de quien estoy enamorado y tú lo sabes (o deberías saberlo ya a estas alturas).

Cuando pasa un rato me veo ya por qué me has preguntado por eso sin venir a cuento… me dices que tienes un ligue, ese amigo tuyo que surgió en estas últimas semanas. Me dices que no pensabas decirme nada, que hoy se lo has contando a tus amigas porque no podías más, me cuentas también que era algo que era cuestión de tiempo y que el pasado lunes día 30 te decidiste a dar el paso y que no te equivocaste. Después me dices que de todas formas yo terminaría enterándome por ahí y que sentías que, de alguna forma, deberías decírmelo tú, que te gustaría saber lo que pienso aunque tampoco va a ser algo que vaya a influir decisivamente en ti, lógico. En esos momentos siento que no caigo como otras veces, me siento suspendido en el aire y me invade un tremendo vértigo, notando cómo el miedo se va extendiendo por cada rincón ante la mayor y más temida de las caídas que haya podido experimentar… pero no se produce algo repentino, siento que es en ese momento cuando empiezo a caer lentamente mientras no puedo dar ni un solo grito, tengo que aguatar guardando el aliento porque no sé cuánto durará la caída o si, ni siquiera podré volver a levantarme después… la sensación nada tiene que ver a la de otras veces, ahora empieza una caída de la que todavía no llegué a levantarme porque, realmente, ni siquiera sé si llegué a tocar totalmente contra el suelo.


En esos momentos no puedo dejar de oir dentro de mí cómo mi cabeza repite una y otra vez a mi corazón lo que más puede dolerle en este momento, en cualquier caso no es culpa de nadie aunque no puedo dejar de sentirme un idiota como tantas y tantas veces, simplemente... una vez más, tal vez sea eso, que soy el idiota de toda esta historia una vez más una de las cosas que más daño me hacen en ese momento. En cualquier caso seguimos hablando tan normal y no puedo dejar de pensar en cómo será tu Navidad, puesto que lo había pensado ya muchísimas veces cuando algo de esto( y, más desde la reaparición de este amigo tuyo) pudiera suceder y tuvieras que ver a tu ex, quien pertenece a tu grupo de amigos y para entonces tendrás que verle casi a diario y era muy probable que volviera a no dejarte en paz. Parece no preocuparte demasiado todo eso, por lo que, cuando no tengo más nada con lo que desviar la atención de mi corazón y empieza a dar gritos dentro de mí sólo te digo que tengo que marcharme, puesto que es tarde al día siguiente había planeado con unos amigos ir de viaje.

No fue una caida más, no fue tampoco la peor de ellas, ni siquiera la última... todo sigue siendo como ayer o, a día de hoy, podría decir que anteayer. Sigue siendo doloroso recordarlo, es una de las razones por las que si sigo escribiendo a este paso pasará un año de las cosas que escribo aunque pronto comenzará a correr el tiempo, los meses, casi como en la película de "Eclipse"... Un corazón roto pero de forma muy distinta a como ahí ocurre y por las razones que también ahi ocurre.
Quizás no sea bueno para mí el escribir como pensaba que era hace más de un año... pero pienso que tengo que seguir contando mi pequeña historia.
Muchas gracias, me hacen mucho bien los comentarios y el saberme leído y comprendido.
Un saludo! Prometo volver cuando termine los exámenes de septiembre ;D

No hay comentarios:

Publicar un comentario